Et domuit feroces vascones

Y nos quedamos sin industria... Pero eso sí, está todo precioso y no con aquellos humos, gases y ruidos ¿verdad pichín? con terrazas, cafeterías, restaurantes ¡Y turistas! que vienen a comprobar si existimos todavía aquellos "feroces vascones", los descendientes de aquel pueblo milenario que los reyes godos juraban y repetían haber dominado una y otra vez en sus crónicas literarias ("et domuit vascones", lo que demostraba su falsedad).

El papel que tenemos asignado por el nuevo imperio es el de servicios, sobre todo hostelería. Nos han asignado el papel de "camareros y cocinillas", una vez acabado con el sector primario y el sector industrial, ese es el papel que tenemos en "la economía global"... No es la primera vez. En algunas ciudad de aquí todavía se desfila vestido de cocinero, consecuencia de servidumbres de épocas que creíamos pasadas,... Épocas también de emperadores psicópatas y borrachines reyezuelos, que nos tenían más miedo que a un tornado, permitiéndonos solo desfilar con un tambor o un tenedor al hombro... no vaya a ser que "se nos cruzase el cable".

Primero empezaron con los astilleros y altos hornos, después han seguido con todo lo demás. Recordemos que en máquina herramienta fuimos un referente mundial (seguimos siéndolo pero no sé por cuanto tiempo). Del sector pesquero mejor no hablamos.

La desgracia que tiene nuestra nación es que actualmente estamos cautivos como el preso que permanece en una celda dentro de otra celda dentro de una apestosa cárcel. Nuestra nación permanece cautiva, anidada dentro de un triple imperialismo: del yanqui, y del español y francés. Estamos colonizados por un par de estados que a su vez son colonizados (como media Europa) por un imperio, el imperio yanqui.

Y claro que importa dónde se decide... importa tanto como lo que se decide y quién lo decide. Porque con la cantidad de astilleros que había en el Estado español solo se cerraron los nuestros (Euskalduna, La Naval, etc.).

Con la cantidad de empresas siderúrgicas, altos hornos, acerías y fundiciones que había, solo fueron las nuestras las que se cerraron en el Estado español. Se llevaron absolutamente todo el sector económico en el que hunde sus raíces nuestro país. Recuerden: Se potenció esta política en tiempos del "señor x" del reino de España.

En Euskal Herria lo que debía de haberse potenciado era la industria, esa que se llevaron para "otras comunidades" (acero, maquinaria, astilleros, etc.). Y si había que haber fomentado algún turismo, debería haber sido el cultural (por ejemplo el "turismo paleolítico", una singularidad mundial de la que nuestro pueblo es "el pionero de Europa" y que el enemigo desde hace décadas también se empeña en borrar).

Consecuencia de todas estas directrices económicas del imperio, y que las administraciones políticas, corruptas y puteras anidadas en él se han empeñado en aplicar (y que habéis aplaudido con las orejas cuando ibais a votar) ahora tenemos lo que nos merecemos... Vais a morir de éxito, capullos.

En cuanto al gesto del presidente español Pedro Sánchez de "sancionar a Israel", pues no es más que eso, un gesto, porque todo el que tenga dos dedos de frente sabe que cualquier administrador del imperio, ni puede, ni quiere hacer más (por esto está ahí, como todos los que han estado y estarán) y el gesto no es más que una jugadilla dentro de eso que ellos llaman política para salvar su culo. El armamento seguirá fluyendo por desgracia contra Palestina a través de las bases yanquis del territorio español (ya os acordáis del "de entrada no a la OTAN" ¿verdad?).

También puede resultar curioso para algún ingenuo, que los de esa izquierda jacobina española (junto con los no menos jacobinos regionalistas de aquí) solo nombren a la empresa vasca CAF, cuando se refieren a compañías que trabajan en Palestina, como si no hubiera otras empresas del Estado español comprometidas en las políticas del "imperialsionismo". Pero no es nada casual, ni curioso, y encaja perfectamente en la estrategia secular ya expresada anteriormente de desindustrialización y empobrecimiento de nuestra única nación: Euskal Herria. 

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